lunes, 11 de mayo de 2009

Alicia en el País de las No-Maravillas

Era de noche. seguía en esa casa, en ese porche. Un libro en su regazo. Niebla a sus pies y los árboles amenazadores. Era el paisaje de una pesadilla. Pero no pasaba nada fuera. Estaba oscuro y podía hacer algo de frío, pero nada inquietante, nada peligroso, nada que asustara, nada que temer. Nada fuera de esa casa. el terror estaba dentro. Tenía nombre y forma. el terror eran unos gemidos no contenidos producidos por alguna pareja. Y ella los conocía, a los dos. A él y a ella. Más que nada a él. El chico que habia vuelto convertido en hombre a la ciudad y que tenía todo lo que ella amaba y que había perdido todo lo que odiaba. Incluso había ganado algo que la extrañaba, la confundía. Parecía ser otro y era él. Ya no sabía cuantas veces lo había repetido.
Sin embargo, se adelantaron. Un día llego al trabajo entusiasmado. era él y no era él. Habñia algo distinto aquel día en su rostro. trabajaban juntos, habían recuperado la amistad y se lo contó. Habló de ella por los codos. Escucho paciente, escucho normal, le animó. Entonces al ir al baño, lloró. en silencio, con fuerza, inexplicablemente, de corazón.
Volvió a parpadear, quería salir de esa pesadilla. Sabía que ellos estaban en la cada, en la habitación, en la cama. Juntos. Y ella hacía todo lo posible por despertar aunque su cuerpo no se movía. Ni en el sueño, ni en la cama donde dormía. Quería que el despertador sonara, quería despertarse. Hacía un esfuerzo por obligarse a despertarse. Pero no lo conseguía, no podía. Seguía escuchando esos ruidos que la atormentaban, que aumentaban de volumen. Iba a volverse loca. A estallar. En ese momento solo queía que todo acabara.
Y su deseo se hizo realidad.

domingo, 10 de mayo de 2009

Los ángeles que caminan por la tierra

Podía tener los ojos cerrados o abiertos de par en par. Podía soñar o estar despierto. Podía todo o nada. Siempre había dependido del lugar por el que mirara. Dependía de la perspectiva. Ese era el juego: tener los pies en la tierra o ir saltando para conseguir volar durante un instante corto, efímero y que tanto significado daba a la vida.
El mundo está lleno de locos ¿Quién no lo sabía? La respues importaba bien poco. y si había un cuerdo entre ellos quien lo había decidido, quien lo había nombrado cuerdo. Solo él lo pensará. Mirará a todos los que le rodean y dirá que él es distinto y por lo tanto cuerdo. ¿No está el mundo lleno de locos? Puede que él incluso dude. ¿Si soy distinto soy el loco?
Sonreía, casi reía y casi era una risa demente. Pues nunca se había detenido a pensar en esas cosas. Pues nunca esas cosas habían pasado por su mente. Solo hay un culpable. Y de nuevo su rostro se iluminaba. Lo había intentado con todas sus fuerzas, había deseado cambiarlo con todas sus fuerzas. A él, a la situación. Había deseado rebobinar. El mundo es así, sigue adelante.
Negó con la cabeza y alzo la vista. Era ya casi verano, estaba ya casi en el Infierno. La lluvia, la casualidad, el azar, la sorpresa. Asesino de esperanzas. Todo se había esfumado con el tiempo. Que sigue y sigue y por nadie para. La fantasía, la ilusión, los sueños. Todo ha bía cambiado a lo opuesto. El sentido era un sinsentido. Los días infinitos, los segundos eternos. Rutina, rutina, rutina, una rutina por otra. ¿No va a cambiar nunca? Ella quería, creía, queria creer... ¿Hasta cuando?
Una mezcla extraña de sensaciones, de esas que no provocan nada, que no transmiten nada, pero que dejan un extraño sabor en la boca, recorrió su cuerpo. Ella se alzó, se elevó, primero un pequeño brinco, luego otro. Quedó de pie en el respaldo de un banco y manteniendo el equilibrio caminó hasta el borde. alrededor la miraban, ansiosos, deseosos... esperando que cayera, para aplaudirla, para reirse, para recogerla... simplemente para verla. Y se precipitó al vacio desde el borde. Cerró los ojos. sintió el aire, la paz, la libertad. No existía nada, ni ella misma, ni sus pensamientos, ni sus alegrías, ni sus penas. Él tampoco estaba.
Cuando pisó la tierra, pues no se golpeó, había sido una caída controlada, creyó entenderlo todo. Él era un chico bueno, él era maravilloso. Pecular, rozaba lo extraño. Indeciso, algo perdido, despistado, que prestaba atención a los detalles que no debía. Inadaptado por vocación, que no entedía su vida porque no quería. Tierno, dulce, cariñoso... Era un ser humano...
Me ha dado tanto bien y me ha quitado tanto mal, que no me he detenido a mirar más allá de esos detalles hasta que lo he tenido en lo más profundo de mi corazón. Donde vive, donde sigue, donde me da calor y me provoca dolor.
Él era él, simplemente él, nada más que él. De tal manera era él que era extraño de comprender.
Un ángel que camina por la tierra. Esa había sido su respuesta esa mañana, cuando había dicho que se marchaba y e´l había preguntado, ¿qué soy para ti?

jueves, 7 de mayo de 2009

Rebobinando

Allí estaba ella otra vez. Se agarraba como una especie de animal, mezcla de gato y simio, al marco de aquelle puerta. ¿Cuantas puertas, cuantas habitaciones, en cuantas ocasiones había estado así? Era mala con los números, pero tenía buena memoria, vía las caras, veía las puertas, veía su postura. Parecía que se aomaba tímidamente, que alzaba el pie para rascarse la otra pierna. Parpadeaba, sonreía. Una sveces entraba, otras se iba. Otras esperaba que al morderse el labio el chico en cuestión sintiera deseo y se lenzara a por ella. Pero ahora él ni la miraba. Estaba tumbado con los ojos cerrados. La frustraba hasta decir basta, hasta la saciedad, por completo, de tal manera que quería morderse más fuerte el labio hasta sangrar, hasta gritar, hasta que él se levantara preocupado y la mirara. Fuera junto a ella, preguntara, se preocupara. Pero era un sueño vacío, una ilusión. Imposible. Apretaba los ojos con fuerza y deseaba retroceder. Rebobinar hasta esa tarde. Hasta la lluvia, hasta ese momento, ese lugar, esos gestos. Queri estar debajo del paraguas, mirar esa cara, esos ojos, esa sonrisa y no hacer nada. No quería corresponder, no podía, ya sabía y no podía. Deseaba estar ante esa imagen, esa situación y dejarla pasar. Aplastarla, desgarrarla, destrozarla hasta que desapareciera. Volvió ha abrir los ojos y miró de nuevo. alzó la vista al techo, resopló, dio un taconazo contra el suelo. Apretó los dientes por el dolor y recorrió el espacio que los separaba, prácticamente saltó a la cama y lo abrazó con fuerza. Besó su mejilla y cerró los ojos. Laura tradó unos instantes en dormirse, mientras sus pensamientos se deshacian. Cristian, con los ojos aún cerrados, pasó la noche en vela. No era la primera vez que los sueños no acudían a su cabeza.

miércoles, 6 de mayo de 2009

El último beso

El último beso es un beso largo, fuerte. Un beso lleno de pasión. Es un beso desesperado, un beso tierno y dulce. Es un beso cálido, húmedo, frío. Es un beso en los labios que se convierte en un beso que profundiza hasta los últimos rincones que la lengua alcanza dentro de la boca ajena. Es un beso muy muy lento que quiere acabar rápido. Es un beso infinito, repetitivo, fugaz. Un beso único.
Es el beso que él nunca quería dar, el beso que ella nunca queria aceptar. El beso que ambos rechazaban, despreciaban, evitaban y, que de alguna manera, ansiaban que nunca llegara.

domingo, 3 de mayo de 2009

Carrera


Lo recordó durante todo aquel día. Entre él y alicia todo había ido bien hasta esa noche. Había estado nervioso. La panda había tenido problemas y llevaba el arma encima. La sacó cuando no debía, a quién no debía y con quién no debía. Ella había salido corriendo y no había vuelto a saber nada de ella. Había llamado, había intentado ir a su casa, pero nada, nada de nada. No podía tirar la puerta ni volver a sacar el arma para que le habríeran la puerta. Así que su corazón se congelo. Todo a su alrededor se congelo. Solo había un fuego en su vida, la gente con la que trataba, esa gente dificil y peligrosa y sabía que antes o después iba a acabar mal. Por eso decidió acabar con todo. Fue complicado trazar un plan en el que sus padres no llegaran a saber nada y, sin embargo, acedieran a mudarse a otra ciudad por el capricho de su hijo de 16 años. Pero lo consiguió y la tarde antes fue, donde siempre, y lo dejó todo: las armas, las llaves, los contactos, las agendas. Todo y se marchó. Evidentemente no había nadie, asi que nadie pudo detenerle, ni encararse con él. A la mañana siguiente, lo suficientemente temprano, iba apoyado, nervioso y alerta mirando por la ventanilla trasera del coche familiar. No apareció nadie. El quería escapar y le dejran escapar. Iba a ser duro no ser nadie en una ciudad pequeña. Pero tal vez se merecía eso. Las chicas, los amigos, todo... lo había cambiado según su antojo, asi que iba siendo hora de cambiarse a sí mismo. Según pisó su nuevo hogar, empezó una nueva vida, en la que pasaba desapercibido, en la que no llamaba la atención, en la que vivía solo por y pasa si mismo. Encerrado en si mismo. Y nadie sabía que estaba huyendo de si mismo y de pasado. Era su secreto.

viernes, 1 de mayo de 2009

Hoy II

El metro. La gente empujando al entrar y salir. Otros colgado de barras para sostenerse. A otros no le hacen falta. Cristian resoplaba. Madrugada. Primer día e iba algo tarde para ese trabajo que había surgido de la nada. Una llamada de una compañía importante. Se rió al teléfono durante un rato pensando que era una broma de mal gusto. Pero al final se dio cuenta que era algo serio y no dejó de estar colorado hasta que salió con buena impresión de la entrevista de trabajo. Y allí estaba. De camino al trabajo. suerte que el azar en muchas ocasiones jugaba de su parte. Llegó antes d elo que pensaba. Tuvo que esperar en la recepción hasta que llegó el jefe que lo había contratado.Saludo a todo el mundo que pasaba y cuando la rubia recepcionista le hizo un gesto. Se levantó y se fue detrás del hombre trajeado que hablaba sin parar. Él intentaba asentir aunque no seguía el hilo de la conversación. Solo fue a decir algo cuando se paró en la sala de reuniones. Pero entonces aquella mujer que esperaba allí se volvió, tendió y estrrechó su mano involuntariamente mientras su corazón se aceleraba. La reconoció y era más hermosa de lo que su sueño había mostrado, más de lo que recordaba. Era ella y a la vez no lo era. Su voz no había cambiado. Había crecido. Era una mujer. Hola, Alicia. Fue lo único que pudo decir durante todo ese día.