domingo, 19 de junio de 2011

Con los dientes apretados.

Enero, febrero, marzo... el tiempo. Un año.
¿Qué ha pasado? Lo de siempre: He recordado que te olvidé. No me hacías daño, no me hacías bien estando presente en mis ojos cuando miraba al infinito.
Me he engañado demasiado tiempo y no me he vuelto perro viejo, sino perro apaleado por su propio subconsciente.
Quiero encontrar la ocasión para dejar de pensar con el corazón. Pero tranquila, no es tu culpa, aquí solo hay un idiota, ese ser difuso que decidió que debía presentarnos. Aunque el peor es aquél otro, el que estaba en medio, el que se puede decir que molestaba, el que no nos dejaba ni a sol ni sombre y que no había manera de hacerlo callar ni bajo el agua. ¿Cómo se llamaba? ¿Te acuerdas? ¡Ah, sí...! Amor.
Perdona si te molesto, pero últimamente no soporto que pasen las horas viendo que no estas y que te alejas cada vez más. Pienso que un día desaparecerás y que nombrarte no tendrá sentido, tú nombre se habrá extinguido o será usado como no es debido. Me pregunto donde estás ahora y con quíen. Si te hará mal o si te hará bien, incluso me gustaría conocerlo, tal vez te haya perdido, pero podré mirarlo a la cara y simplemente preguntar: ¿Qué fue de Libertad?