domingo, 13 de junio de 2010

¿Bailas?

Cada vez hay menos ruido y se puede sentir mejor la música.
Nadie molesta.

La luz anaranjada del cigarro consumiéndose me acompaña en mi pequeño rincón oscuro y apartado.

Los pies se mueven al son de una canción desconocida.
Alzar la vista, mirar alrededor. Nada.

Hasta que pasas por delante. Bailas. Caminas poseída por esa canción y algún tipo de sustancia que altera tus sentidos aunque te mantiene cuerda. Pasos hacia adelante, agitando la cabeza, retrocediendo. Cierras los ojos y te tapas la cara con una mano.

Giras y agitas la cabeza, el pelo se desplaza entre los hilos de humo abriéndote camino.
Abres los ojos y me ves. Avanzas con la música.
Tus brazos se anclan en mi cuello. Preguntas si bailo mientras el cigarro se desliza hasta el suelo, no puede luchar contra la gravedad.

Antes de contestar se hace la luz y la música enmudece. La noche se muere, hace tiempo que la Luna pincha al Sol para que se levante y le deje libre la cama.
No hay sonido que pueda distraernos. Los pies de otros se arrastran buscando una salida. No dices nada, no digo nada. Hay una burbuja que nos evade de la realidad.
Un par de niños traviesos explotan nuestra pompa y se convierten en príncipes valientes que quieren rescatarte. Tus brazos se desatan de mi cuello. Agitas la cabeza y como si despertaras en un sitio desconocido, abres los ojos y miras alrededor. Pasito a paso te retiras.

El sitio está vacío, evitando las malas caras y gritos de los dueños me escapo del lugar. Me pierdo en la noche.

Esta noche he perdido.

En directo

¿Qué tiene la música en directo que une a gente de distintos gustos y tendencias para disfrutar en una sala llena de humo y calor? ¿Quién sabe?

Escuchar una canción lenta, triste, ajena que por un momento te traslada al mar tormentoso, violento y capaz de arrebatar la vida y saltar las lágrimas a toda la sala. Capaz de transportarme en el tiempo, a un pasillo medio vacío donde una chica me contaba sus terribles problemas pasados que también me hicieron llorar.
Así es como era. Una estatua de piedra por fuera y una magdalena por dentro.
La gente no cambia, eso lo tengo mas que claro. Tampoco voy a cambiar, esta más que claro. Mi cabeza está bien en su sitio.

El problema está en el directo. En el día a día. Subirse al escenario y comenzar a cantar o tocar es prácticamente imposible. Roma no se hizo en un día y el camino está lleno de obstáculos.

El show debe continuar.

¿Saltamos desde el escenario?